- ¡Señor!, debe castigarme porque he tenido malos pensamientos hacia usted – me dijo un día una sumisa.
- Los pensamientos son libres e inofensivos, lo bueno y lo malo son conceptos abstractos fundamentados en la moral existencial de cada persona, lo bueno o malo para ti puede significar lo contrario que para mi – la contesté.
- ¡Señor!, sigo pensando que mi pensamiento no fue correcto – me siguió insistiendo.
- El pensar en alguien es darle una importancia merecida o inmerecida y que en este caso es de obligado cumplimiento de una sumisa hacia su Señor – la repliqué.
- Terminé mi alegato – por lo tanto, estás cumpliendo con tu deber y me estás mereciendo, no debes ser castigada, al contrario debo premiarte. Y así lo hice premiándola con su ansiado y deseado castigo que desde un principio me estaba demandando...